PLAN NACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Y MUJERES AFROPERUANAS
Mónica Carrillo
LUNDU
Exaltar las identidades raciales o de género suele ser motivo de condena, porque supuestamente atenta contra el proyecto peruano de identidad nacional, caracterizado por ser racista, machista y homogenizador.
Por ello, el nuevo Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021 (Decreto Supremo N° 008–2016-MIMP) [1] , que reconoce con nombre propio la diversidad racial, de orientación sexual, de condición de salud y ubicación geográfica, es un importante avance hacia la construcción de una nación en la que sus ciudadanos y ciudadanas puedan convivir en relaciones de respeto y, consecuentemente, aprovechar entre sí las potencialidades desarrolladas a partir de sus experiencias identitarias particulares.
Las mujeres afrodescendiente han sido mencionadas por lo menos ocho veces en el nuevo Plan, incluyendo la mención en la lista de mujeres especialmente vulnerables: “niñas y adolescentes, adultas y adultas mayores, mujeres indígenas y afrodescendientes, mujeres, mestizas, mujeres urbanas y rurales, mujeres heterosexuales, lesbianas, bisexuales y trans, mujeres con discapacidad, mujeres migrantes, mujeres viviendo con VIH, mujeres en prostitución, mujeres privadas de libertad”
(Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021). Asimismo, aplica el enfoque interseccional, para reconocer que la discriminación hacia la mujer se agrava cuando interactúa con otros mecanismos de opresión, como la clase y la raza (II.2. Enfoques del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021, d). Enfaticemos en los componentes del Plan que incidirían positivamente en políticas hacia las mujeres afroperuanas y, a su vez, reflexionemos sobre algunos vacíos.
Patrones culturales y bullying
El primer Objetivo Estratégico es cambiar los patrones socioculturales que reproducen las relaciones de poder y “afectan desproporcionadamente a las mujeres en su diversidad” (Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021).
La priorización de este objetivo resulta alentadora porque propone cambios socioculturales desde la comunidad educativa: “dado que se tiene un público cautivo por espacio de 12 años (…) lo que permitiría acciones sostenidas lo cual es requisito indispensable para las transformaciones culturales” (Proceso de Planeamiento Estratégico, I.21 Construcción de la ruta estratégica y priorización de los objetivos estratégicos)
Amerita recordar que el bullying racista y sexista es una de las maneras más flagrantes de violencia de género, según los testimonios de niños, niñas y adolescentes, recogidos en diversos talleres e investigaciones estatales y de organizaciones sociales. Por ello, para cumplir efectivamente este objetivo, se requiere evitar caer en la mera enunciación de los grupos discriminados. Por el contrario, es requisito que la violencia de género hacia lo/as afroperuano/as en los espacios educativos sea combatida a partir de un entendimiento de cuáles son los códigos culturales que operan en esta discriminación.
Medios de comunicación y anunciantes
La autorregulación de los anunciantes y medios de comunicación, es otro tema destacable (Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021, Acción Estratégica 4). Cabe recordar que, sobre este aspecto, el Observatorio Afroperuano y Afrolatino desde el año 2007, aboga por el fortalecimiento de los mecanismos de autorregulación y la legislación que sancione el racismo y sexismo en los medios de comunicación.
En el Manual para Periodistas y Anunciantes (LUNDU 2016) y el Dossier sobre Mujer Afrodescendiente en la Esfera Pública [2] , se revelan formas específicas de expresión del racismo y sexismo hacia la mujer afroperuana. La implementación del Plan tendría que considerar dichos códigos culturales prejuiciosos que perpetúan la violencia, tales como la animalización, hipersexualidad, supuesta antiestética, los cuales son continuamente retroalimentados en las dinámicas de producción y consumo.
Modalidades de violencia
Entre los tipos de violencia de género que el plan abordará, se señala el acoso sexual en espacios públicos, lo cual es regulado en la Ley Nº 30314 (Ley para prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios públicos) promulgada en marzo del año 2015.
El acoso sexual, es uno de los prioritarios en la agenda de las mujeres afroperuanas, ya que usualmente se manifiesta de la mano con el insulto racista, constituyendo una de las principales manifestaciones de la violencia hacia las mujeres afroperuanas, lo cual está documentado extensamente en investigaciones estatales y de organizaciones de derechos humanos [3] .
A pesar que la discriminación racial y étnica es mencionada en las diversas modalidades de violencia, no se identifica una posición contundente ante la intersección de la violencia racial y de género. La historia peruana ha demostrado cómo esta interrelación puede motivar o agravar la violencia hacia las mujeres. Evidencia irrefutable al respecto es otorgada en las denuncias por las esterilizaciones forzadas y en los testimonios del Capítulo de Género de la Comisión de la Verdad, y las denuncias por dichas esterilizaciones (Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tomo VIII, Segunda Parte: los factores que hicieron posible la violencia, Capítulo 2: El impacto diferenciado de la violencia, 2.2. Violencia y desigualdad racial étnica.)
Capacidades de servicio y base de datos
Las acciones estratégicas del Objetivo 2 propone la implementación de servicios y capacidades de operadore/as (Matriz del Plan Estratégico Contra la Violencia de Género 2016-2021, Acción Estratégica 2.4). Asimismo, el establecimiento de una base de datos diferenciada, que permita conocer la información de las personas afectadas por la violencia considerando su diversidad racial.
Ante este objetivo, cabe recordar que LUNDU en alianza con el MIMP capacitó a 98 operadore/as para la adecuada implementación de la variable étnica racial en las fichas del registro de usuario del Centro de Emergencia Mujer (CEM). Con ello, además de sensibilizar e informar a los funcionarios del MIMP, se fortalecieron los procesos de registros de personas afroperuanas, afectadas por la violencia.
Tomando en cuenta la multisectorialidad del Plan, apostamos por que sea un instrumento que permita insertar la variable raza y etnia en todos los sistemas de registros de personas afectadas por violencia, tales como las Comisarías y Fiscalías. Asimismo, incluir a las DEMUNAS, que por su masivo posicionamiento y alcance, son entidades estratégicas para recoger información diferenciada.
Finalmente, el Plan Nacional Contra la Violencia de Género (2016-2021) tendría que ser una ruta que fortalezca y oriente la implementación de los objetivos estratégicos del Plan de Desarrollo para la Población Afroperuana (PLANDEPA 2016-2020) [4]. El PLANDEPA , si bien propone acciones concretas contra la discriminación hacia las mujeres y el fortalecimiento económico, carece de propuestas concretas contra el sexismo y la violencia de género. Ambos planes avanzarán paralelamente al Programa de Actividades por el Decenio de los Afrodescendientes de la ONU (2015-2025) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU hacia el año 2030.
[1] http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/decreto-supremo-que-aprueba-el-plan-nacional-contra-la-viol-decreto-supremo-n-008-2016-mimp-1408988-1/
[2] Ambos documentos en www.observatorioafro.com
[3] http://www.lundu.org.pe/plataforma-de-mujeres-afroperuanas.html
[4] http://alertacontraelracismo.pe/wp-content/uploads/2016/07/decreto-supremo-que-aprueba-el-plan-nacional-de-desarrollo-p-decreto-supremo-n-003-2016-mc-1404903-3.pdf
LUNDU
Exaltar las identidades raciales o de género suele ser motivo de condena, porque supuestamente atenta contra el proyecto peruano de identidad nacional, caracterizado por ser racista, machista y homogenizador.
Por ello, el nuevo Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021 (Decreto Supremo N° 008–2016-MIMP) [1] , que reconoce con nombre propio la diversidad racial, de orientación sexual, de condición de salud y ubicación geográfica, es un importante avance hacia la construcción de una nación en la que sus ciudadanos y ciudadanas puedan convivir en relaciones de respeto y, consecuentemente, aprovechar entre sí las potencialidades desarrolladas a partir de sus experiencias identitarias particulares.
Las mujeres afrodescendiente han sido mencionadas por lo menos ocho veces en el nuevo Plan, incluyendo la mención en la lista de mujeres especialmente vulnerables: “niñas y adolescentes, adultas y adultas mayores, mujeres indígenas y afrodescendientes, mujeres, mestizas, mujeres urbanas y rurales, mujeres heterosexuales, lesbianas, bisexuales y trans, mujeres con discapacidad, mujeres migrantes, mujeres viviendo con VIH, mujeres en prostitución, mujeres privadas de libertad”
(Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021). Asimismo, aplica el enfoque interseccional, para reconocer que la discriminación hacia la mujer se agrava cuando interactúa con otros mecanismos de opresión, como la clase y la raza (II.2. Enfoques del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021, d). Enfaticemos en los componentes del Plan que incidirían positivamente en políticas hacia las mujeres afroperuanas y, a su vez, reflexionemos sobre algunos vacíos.
Patrones culturales y bullying
El primer Objetivo Estratégico es cambiar los patrones socioculturales que reproducen las relaciones de poder y “afectan desproporcionadamente a las mujeres en su diversidad” (Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021).
La priorización de este objetivo resulta alentadora porque propone cambios socioculturales desde la comunidad educativa: “dado que se tiene un público cautivo por espacio de 12 años (…) lo que permitiría acciones sostenidas lo cual es requisito indispensable para las transformaciones culturales” (Proceso de Planeamiento Estratégico, I.21 Construcción de la ruta estratégica y priorización de los objetivos estratégicos)
Amerita recordar que el bullying racista y sexista es una de las maneras más flagrantes de violencia de género, según los testimonios de niños, niñas y adolescentes, recogidos en diversos talleres e investigaciones estatales y de organizaciones sociales. Por ello, para cumplir efectivamente este objetivo, se requiere evitar caer en la mera enunciación de los grupos discriminados. Por el contrario, es requisito que la violencia de género hacia lo/as afroperuano/as en los espacios educativos sea combatida a partir de un entendimiento de cuáles son los códigos culturales que operan en esta discriminación.
Medios de comunicación y anunciantes
La autorregulación de los anunciantes y medios de comunicación, es otro tema destacable (Prioridad 1, Objetivo estratégico de la Ruta estratégica del Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016-2021, Acción Estratégica 4). Cabe recordar que, sobre este aspecto, el Observatorio Afroperuano y Afrolatino desde el año 2007, aboga por el fortalecimiento de los mecanismos de autorregulación y la legislación que sancione el racismo y sexismo en los medios de comunicación.
En el Manual para Periodistas y Anunciantes (LUNDU 2016) y el Dossier sobre Mujer Afrodescendiente en la Esfera Pública [2] , se revelan formas específicas de expresión del racismo y sexismo hacia la mujer afroperuana. La implementación del Plan tendría que considerar dichos códigos culturales prejuiciosos que perpetúan la violencia, tales como la animalización, hipersexualidad, supuesta antiestética, los cuales son continuamente retroalimentados en las dinámicas de producción y consumo.
Modalidades de violencia
Entre los tipos de violencia de género que el plan abordará, se señala el acoso sexual en espacios públicos, lo cual es regulado en la Ley Nº 30314 (Ley para prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios públicos) promulgada en marzo del año 2015.
El acoso sexual, es uno de los prioritarios en la agenda de las mujeres afroperuanas, ya que usualmente se manifiesta de la mano con el insulto racista, constituyendo una de las principales manifestaciones de la violencia hacia las mujeres afroperuanas, lo cual está documentado extensamente en investigaciones estatales y de organizaciones de derechos humanos [3] .
A pesar que la discriminación racial y étnica es mencionada en las diversas modalidades de violencia, no se identifica una posición contundente ante la intersección de la violencia racial y de género. La historia peruana ha demostrado cómo esta interrelación puede motivar o agravar la violencia hacia las mujeres. Evidencia irrefutable al respecto es otorgada en las denuncias por las esterilizaciones forzadas y en los testimonios del Capítulo de Género de la Comisión de la Verdad, y las denuncias por dichas esterilizaciones (Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tomo VIII, Segunda Parte: los factores que hicieron posible la violencia, Capítulo 2: El impacto diferenciado de la violencia, 2.2. Violencia y desigualdad racial étnica.)
Capacidades de servicio y base de datos
Las acciones estratégicas del Objetivo 2 propone la implementación de servicios y capacidades de operadore/as (Matriz del Plan Estratégico Contra la Violencia de Género 2016-2021, Acción Estratégica 2.4). Asimismo, el establecimiento de una base de datos diferenciada, que permita conocer la información de las personas afectadas por la violencia considerando su diversidad racial.
Ante este objetivo, cabe recordar que LUNDU en alianza con el MIMP capacitó a 98 operadore/as para la adecuada implementación de la variable étnica racial en las fichas del registro de usuario del Centro de Emergencia Mujer (CEM). Con ello, además de sensibilizar e informar a los funcionarios del MIMP, se fortalecieron los procesos de registros de personas afroperuanas, afectadas por la violencia.
Tomando en cuenta la multisectorialidad del Plan, apostamos por que sea un instrumento que permita insertar la variable raza y etnia en todos los sistemas de registros de personas afectadas por violencia, tales como las Comisarías y Fiscalías. Asimismo, incluir a las DEMUNAS, que por su masivo posicionamiento y alcance, son entidades estratégicas para recoger información diferenciada.
Finalmente, el Plan Nacional Contra la Violencia de Género (2016-2021) tendría que ser una ruta que fortalezca y oriente la implementación de los objetivos estratégicos del Plan de Desarrollo para la Población Afroperuana (PLANDEPA 2016-2020) [4]. El PLANDEPA , si bien propone acciones concretas contra la discriminación hacia las mujeres y el fortalecimiento económico, carece de propuestas concretas contra el sexismo y la violencia de género. Ambos planes avanzarán paralelamente al Programa de Actividades por el Decenio de los Afrodescendientes de la ONU (2015-2025) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU hacia el año 2030.
[1] http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/decreto-supremo-que-aprueba-el-plan-nacional-contra-la-viol-decreto-supremo-n-008-2016-mimp-1408988-1/
[2] Ambos documentos en www.observatorioafro.com
[3] http://www.lundu.org.pe/plataforma-de-mujeres-afroperuanas.html
[4] http://alertacontraelracismo.pe/wp-content/uploads/2016/07/decreto-supremo-que-aprueba-el-plan-nacional-de-desarrollo-p-decreto-supremo-n-003-2016-mc-1404903-3.pdf